Aunque los títeres surgieron para divertir y distraer, se han transformado en un recurso didáctico para la enseñanza debido a que sus figuras adquieren una vitalidad comunicativa capaz de transmitir mensajes. Además, abren las puertas de la imaginación, de lo mágico, incrementan la capacidad de atención de los niños, educa en valores, estimulan la comprensión, amplían su vocabulario y trabajan la lógica y la memoria. También, facilita la comunicación tanto verbal como no verbal, favorecen la empatía (el niño tiene que ponerse del lado de uno de los personajes durante la historia, hecho que ayuda a los pequeños a ponerse en el lugar de otros y valorar los sentimientos que ciertas acciones pueden producir), y son de los pocos recursos que estimulan al mismo tiempo la percepción auditiva, visual y kinestésica, facilitando a su vez el aprendizaje: “Enseñar representando y jugando” (Padre Manjón).
Un grupo de padres de la Escuela ha aprovechado este educativo recurso para trabajar la importancia de ser uno mismo con un bonito cuento: “Grisela”. La ratita protagonista estaba triste porque no le gustaba su color gris. Este relato sencillo que nos ha dejado una moraleja sobre la importancia de aceptarnos como somos.
Los actores también han realizado un trabajo extraordinario de papiroflexia y han repartido a todos los niños ratoncitos de colores al final de la actuación, para seguir jugando en el aula.
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